CONSECUENCIAS
DEL SEDENTARISMO
La falta de actividad física
acelera los procesos de envejecimiento. Esta aceleración se relaciona con un
aumento de la patología cardiovascular y del sistema nervioso, deterioro de la
forma física, incapacidad, caídas, dependencia y por último, como consecuencia
de estos trastornos, un aumento de la mortalidad.
El deterioro de la forma
física que acompaña a la inactividad afecta a factores determinantes para el
funcionamiento del aparato locomotor o del sistema cardiaco como:
- La flexibilidad: Necesaria para levantarse, acostarse vestirse, o desvestirse. Ayuda a
mantener el equilibrio que se precisa en la bipedestación y a ejecutar las
maniobras de reflejos de reacción que evitan la caída al producirse un tropiezo
o un desequilibrio.
- La fuerza y la resistencia muscular: Son precisas para la mayoría de las actividades
diarias como subir o bajar escaleras, llevar la compra, movilizar pesos, o mantenerse de pie.
- La velocidad:
Se relaciona con los reflejos y con actividades tan habituales como levantarse
o sentarse en una silla o en un sofá.
- La resistencia cardiorespiratoria: Es necesaria para caminar y para
realizar cualquier actividad que requiera de un esfuerzo.
EFECTOS
POSITIVOS DE LA
FISIOTERAPIA
Resulta determinante en la
promoción de la salud y en la prevención por consiguiente de la enfermedad.
Hasta hace unos años se
consideraba que la pérdida de la capacidad funcional que acompaña al envejecimiento
terminaba en dependencia y fragilidad.
Posteriormente hemos
demostrado que la actividad física supervisada por fisioterapeutas dentro de un
plan personalizado mejora de forma espectacular la capacidad funcional de las
personas mayores.
En un estudio realizado en
ocho semanas llevado a cabo en ancianos frágiles mayores de 90 años se
consiguió un aumento del 174% de la potencia muscular en general, un 9% del
cuadriceps ,un 48% de incremento de la velocidad media de la marcha y hasta un
28% en la de subir escaleras.
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