11/09/2013 EL PAÍS
El objetivo de la medicina regenerativa consiste en curar órganos
dañados a través de células sanas. La materia prima de este enfoque
terapéutico son las células madre por su capacidad de convertirse en
cualquiera de los más de 100 tipos celulares. Los especialistas aspiran a
poder manipular estas células desprogramadas para convertirlas en
células sanas de hígado, corazón o páncreas con las que tratar
insuficiencias hepáticas, infartos o diabetes. O incluso desarrollar en
el laboratorio órganos completos de repuesto para sustituir a los
enfermos.Las células iPS cumplen estas condiciones de versatilidad. Y, además, no
plantean los problemas éticos que si presentan las células madre
embrionarias humanas
Un equipo del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) ha
demostrado, por vez primera, que el proceso de retrasar el reloj de las
células adultas (reprogramarlas) para convertirlas en iPS se puede
provocar también en el organismo de un ser vivo adulto. Pero, además,
estas células madre, que se han desarrollado en ratones, tienen mayor
capacidad de diferenciación (de convertirse en distintos tejidos) que
las obtenidas en laboratorio. Esta nueva técnica no tiene impacto
terapéutico directo. Pero permite pensar en un futuro, aún lejano, en el
que sean los propios órganos lesionados los que puedan producir células
madre para regenerarse.
“Es un trabajo excepcional”, reflexiona Juan Carlos Izpisúa, director
del Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona. “Abre una nueva etapa
para la medicina, la búsqueda de estrategias que nos permitan regenerar
órganos y tejidos de una forma similar a los procesos naturales”.
El trabajo del grupo de Manuel Serrano, director del programa de
Oncología Molecular del CNIO, lo publica Nature y parte de la técnica
que le permitió al investigador japonés Shinya Yamanaka obtener células
madre iPS en 2007 y el Nobel en 2012.
Yamanaka reprogramó las células adultas introduciendo en ellas cuatro
genes característicos de la etapa embrionaria, de forma que, al
activarse, devuelven a la célula a un estadio prácticamente igual al de
una célula embrionaria, convirtiéndola en la famosa iPS. Serrano ha
usado la misma combinación de genes, el llamado coctel Yamanaka, pero le
ha dado varias vueltas de tuerca, con unos resultados sorprendentes e
inesperados.
El equipo del investigador español diseñó un ratón al que introdujo
un gen artificial que, en respuesta a la administración de un
antibiótico —tetraciclina— se activa y produce el mismo efecto que el
coctel de las cuatro proteínas de Yamanaka.
La intención original de Serrano no era generar células madre iPS en
el interior de los roedores, sino algo “mucho más prosaico”, como
traslada a este diario. Buscaba una forma sencilla de obtener células
madre embrionarias. Y la forma de conseguirlas era extraer las células
de los ratones con el genoma modificado, bañarlas en una placa de
laboratorio con el antibiótico y generar fácilmente cultivos de células
iPS.
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